Las fuentes de Gurdjieff

La época de Gurdjieff versus la nuestra

El turbulento siglo XX por cierto blanqueó cualquier tradición que Gurdjieff agarrara en sus finales. El mundo vio tantos cambios en esos cien años como lo hizo en los mil anteriores:  guerras mundiales, revoluciones, migraciones masivas de pueblos, el surgimiento y la disolución de países, vastos descubrimientos y brutales destrucciones de arte antiguo. En nuestra época ya no es cuestión de recordar esos grupos que Gurdjieff encontrara en el Asia Central, pues hace mucho que han sido destruidos.
Sin embargo, nuestra época tiene una ventaja sobre la de Gurdjieff: la ciencia ha descubierto muchas reliquias desconocidas en tiempos de Gurdjieff. La arqueología se ha vuelto un campo más sistemático y ha crecido a proporciones globales; las naciones hacen equipos conjuntos uniendo sus recursos para efectuar rigurosas excavaciones.  Muchas de las proclamas de Gurdjieff se han probado como correctas, validando la posibilidad de que hubiera, por cierto, recibido auténtica información esotérica. Otras han sido cuestionadas.

Las proclamas demostradas de Gurdjieff

Una manera en que Gurdjieff capturaba estudiantes occidentales era con su proclama de un conocimiento esotérico desconocido para la ciencia occidental. Sus presentaciones históricas, cosmológicas y psicológicas eran únicas. Cien años más tarde, muchas de sus aproximaciones psicológicas han sido absorbidas en la corriente principal de la psicología, como la sabiduría del eneagrama que establece la división natural de los tipos humanos. Algunos de sus reclamos históricos también han sido demostrados científicamente.

El Egipto anterior al desierto

Gurdjieff proclamaba haber encontrado un mapa de Egipto anterior al desierto, una civilización avanzada que, según él, había existido alrededor del Delta del Nilo antes del Antiguo Reino.  Proclamaba que eran responsables de los monumentos egipcios más antiguos, como la Gran Esfinge y las pirámides de Giza.  Numerosas declaraciones han salido desde entonces a la superficie de similar naturaleza, aunque los arqueólogos egipcios hasta ahora hayan refutado que estos monumentos se originen en épocas anteriores a la aceptada del Antiguo Reino.
No obstante, el hecho que el desierto del Sahara no fuera siempre desierto es ahora reconocido. A este respecto, habría habido un Egipto predesértico, como lo proclamara Gurdjieff, que podría haberse extendido mucho más allá del Nilo, pues las mejores condiciones climáticas habrían permitido que se expandiera por toda la parte superior del continente africano. Rocas talladas en medio del Sahara muestran vida animal que solo podría haber existido en un medio exuberante.
Se piensa que esta civilización fue forzada a migrar hacia el Nilo cuando las condiciones climáticas se volvieron severas. Eso habría marcado el comienzo del surgimiento del Antiguo Egipto. Si ese es el Egipto predesértico de Gurdjieff aún está en cuestión, pero determina la existencia de una civilización anterior al Egipto que conocemos.

La segunda luna de Gurdjieff

En los Cuentos de Belcebú a su nieto, Gurdjieff afirma que la luna terrestre fue talada de la tierra como resultado de la colisión con un asteroide. Menciona una segunda luna que orbita la tierra, desconocida para la astronomía.
La ciencia ha detectado un pequeño planetoide (llamado 3753 Cruithne) de alrededor de tres millas de diámetro con una extraña relación con la tierra debido a su resonacia orbital de 1:1. Este planetoide (que no funciona como satélite pero que parecería actuar como uno) gira arededor del sol en 364 días, lo que significa que gradualmente se desliza más lejos de la tierra cada año y que, con el tiempo, invalidará esta relación satelital.
Aunque fuera oficialmente descubierto en 1986, las estimaciones dijeron que fue “visible” (con un telescopio de, al menos 12,5 pulgadas), alrededor de 1902.  En esa época Gurdjieff habría tenido 36 años y podría haber oído de su existencia.
Gurdjieff habría recibido la idea de que la luna conocida se originaba de una colisión, del Mito Sumerio de la Creación llamado Enuma Elish, que cuenta que Marduk, un planeta gigantesco, llegó a visitar a Tiamat y, al chocarla, creó la actual Tierra y la Luna.

Las proclamas no demostradas de Gurdjieff

La Atlántida de Gurdjieff

Gurdjieff afirmó el mito de la Atlántida de Platón: que había habido originalmente una civilización avanzada que, en respuesta a su predicción de un cataclismo geológico, se dispersó deliberadamente por la tierra. Sus esporas civilizaron el mundo conocido con culturas que eran variaciones de un tema similar, lo que explicaba el parecido entre pueblos distantes.
Esto no ha sido aún arqueológicamente demostrado y, aunque se hayan ofrecido varios lugares como la posible ubicación de tal “Atlántida,” ninguno ha sido confirmado. Sin embargo, una teoría así explica mucho mejor lo que la arqueología debe explicar aún: las estrechas similitudes entre las antiguas civilizaciones hindú, sumeria y egipcia.
La última excursión de Gurdjieff fue a las cuevas de Lascaux, Francia. Al examinar las pinturas prehistóricas, le dijo a Bennet que tenían 10.000 años de antigüedad y que estaban pintadas por los atlantes.  Sin embargo, el radio carbono las ha fechado en 17.000 a.C., significativamente antes que la estimación de Gurdjieff. Además, otras cuevas de arte más temprano aún, han sido descubiertas en tanto, sugiriendo que su conocimiento de la prehistoria era inexacto.

La influencia de Gurdjieff

Gurdjieff parece haber inventado deliberadamente muchas de sus historias, desalentando con ello la fe ciega y forzando a sus lectores a traer su propio juicio al material a mano.  Es difícil de establecer aún qué aspectos de sus Encuentros con hombres notables son biográficos y cuáles son inventados. Ouspensky narra que Gurdjieff con frecuencia se contradecía, proclamando una cosa en una conferencia y su opuesto en otra.
No obstante, la precisión de las afirmaciones históricas de Gurdjieff no debería tener efecto en la validez de su sistema. Es claro que trajo a occidente y al siglo XX una fórmula bien establecida de épocas pasadas.  Era claro que él era la prueba viviente de la efectividad de ese sistema, que este había transformado su ser en algo raramente visto en el mundo occidental. Era claro que muchos recogieron esta rareza y la siguieron.