Realizamos otro experimento: a lo largo de una semana, los estudiantes fueron desafiados a revisar sus teléfonos solo mientras estaban sentados. El teléfono es un dispositivo integral de la vida moderna, que se usa siempre y se lleva a todas partes. Un ejercicio relacionado con el teléfono puede transformar potencialmente su uso frecuente en un recordatorio eficaz. Además, nuestro uso del teléfono va más allá de una mera utilidad convirtiéndoese en un desbordamiento de verificación sin objetivo y desplazamiento de pantallas innecesario. Obligarnos a sentarnos invita a prestar atención a estas actividades, sin restringirlas, para que podamos observar mejor su naturaleza y descubrir sus raíces.
Para la mayoría de nosotros, la tarea resultó difícil al principio. El hábito prospera con la falta de atención. Para cuando nos dábamos cuenta de que deberíamos estar sentados, ya estábamos metidos de cabeza en nuestras aplicaciones. Pero con paciente insistencia, la tarea se volvió más manejable hasta que, sorprendentemente, se transformó en algo completamente diferente. Nuestro impulso habitual de revisar el teléfono, junto con la tarea de una semana, se convirtió en una llamada de atención. Nuestra debilidad se convirtió en fortaleza.
El teléfono es una de las muchas manifestaciones de mecanicidad, todas las cuales comparten la falta de atención, el impulso y la irresistibilidad en común. Otros ejemplos son estar inquietos, tararear melodías continuamente y reproducir argumentos con otros en nuestras mentes. Todos estos son evocados por algún estímulo y continúan rodando de forma autónoma como ruedas en nuestra psicología mucho después de que el estímulo desaparece. Al meter varillas en estas ruedas, creamos fricción, que crea energía, que puede alimentar el recuerdo de sí. Este fue nuestro trabajo de mayo.
«Para observarse un hombre… debe de sentarse en forma desacostumbrada, debe permanecer de pie cuando normalmente se sienta, sentarse cuando está acostumbrado a estar de pie, realizar con la mano izquierda los movimientos que acostumbra hacer con la mano derecha.»
Gurdjieff